Además del texto en sí os dejo el enlace del blog de Rubén Uría al final.
Un abrazo! Selu Pérez
"En la liga del dinero, Cenicienta
va camino de que su carroza no se convierta en calabaza cuando sean las doce.
El Leicester City, que roza una gesta memorable, acapara los elogios de prensa
y afición mundial. Un equipo que sería rico en España y es pobre en Inglaterra,
está cerca de hacer realidad lo que parecía imposible. El fenómeno de los
Vardy, Kanté o Mahrez ha conseguido que los “zorros” se hayan convertido en el
segundo equipo de casi todos los británicos, y en el segundo de una gran
mayoría de aficionados españoles, atrapados por el mérito descomunal de un
equipo que ha pasado de pelear por no descender a tener, a tiro de piedra, el
campeonato. No deja de ser una gran paradoja que el “boom” del Leicester esté
causando impacto en España, donde miles de aficionados y cientos de periodistas
están aplaudiendo su temporada. Curioso, porque aquí sería casi imposible que
irrumpiera un equipo así, modesto pero competitivo, ya que en España el reparto
de los derechos televisivos sigue siendo, a pesar de los avances, un abuso. No
se trata de que los que más generan cobren menos, sino de que las distancias
entre todos no sean tan disparatadas, porque eso beneficia un sistema de
castas, donde los dos de siempre, Madrid y Barça, gestionan un reino de taifas.
Lo fácil es disparar a Tebas, pero lo cierto y verdad es que los clubes, todos,
le pusieron ahí. Y que todos los que ahora se sienten agraviados, en su día,
firmaron con el brazo lo que luego quisieron borrar con el codo. Los clubes,
todos, con su miedo y permisividad, son los grandes culpables de haber
perpetuado un sistema viciado y una competición tan desigual como amorfa.
Inglaterra importa un campeonato donde
muchos pueden ganar. España importa al mercado una competición entre Madrid y
Barça, un duelo entre Cristiano y Messi, donde el resto de clubes, reciben
trato de ciudadanos de segunda. Es obvio que los ingleses recaudan más, que
tienen más arraigada la cultura del pago por visión y que el dinero no siempre
construye un campeón, pero existe un abismo entre el sistema de competición
inglés y el español. Inglaterra no es el paraíso, porque los clubes suelen
fracasar en Europa y son propiedad de multimillonarios y de remanentes de
capital extranjero, pero puede presumir de tener el mejor campeonato posible para
los aficionados. No tiene los mejores jugadores del mundo, pero sí los partidos
más locos, atractivos y competidos. Incluso algunos malos, pero divertidos y
sobre todo, emocionantes. Y en esencia, eso es el fútbol, amigos: igualdad y
emoción. El resto es literatura, portadas de periódicos, programas del No-Do y
vídeos de YouTube. Inglaterra no tiene a dos superpotencias mundiales que se
reparten el cotarro, pero sí cinco, seis o hasta siete equipos que pueden
pelear el título cada año. Y de propina, tiene una justicia deportiva seria, un
respeto reverencial por los mitos y un sentido de la tradición maravilloso,
amén de una organización modélica, donde los aficionados saben el calendario
con rigurosa antelación, porque los ingleses, como buenos inventores de esta
historia, saben que el fútbol pertenece a los aficionados.
Más allá del modelo televisivo del
campeonato, está la cultura deportiva del aficionado y el tratamiento mediático
que reciben los equipos. En Inglaterra existen programas de culto y referencia
en los que los resúmenes de los partidos se emiten en un riguroso orden, en
base a un único criterio: da igual si el equipo es grande o pequeño, importa el
grado de espectacularidad del partido o su trascendencia en clave
clasificatoria. Aquí no importa que el líder sea el Betis, el Atlético o el
Valencia, el 90% del tiempo de deportes se dedica a informar, de manera
artificial y masiva, de Madrid y Barça. No hay programa que no sea un No-Do
completo de blancos y azulgranas, o un rosario de qué han comido, desayunado,
bebido y hasta merendado. Si son noticia, abren el programa. Y si no lo son,
también. El resto recibe, como en los derechos de televisión, trato de
comparsa. De mero relleno. Un fenómeno como el del Leicester, para la prensa
española, apenas sería una moda. Una que dejaría de serlo si amenaza el
negocio, que consiste en publicitar, encumbrar y enfrentar a los dos de
siempre, elevando la anécdota a categoría.
En Inglaterrra no existe la halitosis
mediática y se nota: los aficionados consumen información puntual de todos los
equipos, un modelo que contrasta con el español, que consiste en el peloteo
constante y el debate reiterado en torno a los dos de siempre. No deja de ser
curioso que muchos periodistas españoles que aplauden al Leicester por su
enorme mérito ganando el 70% de sus partidos por 1-0, sean los mismos que
contribuyen a echar porquería sobre un equipo que ganó la Liga, a Barça y
Madrid, ganando muchas veces por 1-0. De aquel Atlético decían que “ya caería”,
que no jugaba a nada, que era el equipo violento y que sólo sabía marcar en
jugadas a balón parado, como si estuviese prohibido. Los que ponían a caldo el
juego del Atleti campeón son los mismos que ahora son fanáticos incondicionales
del Leicester, curioso. Aún lo es más la concepción global de la industria
periodística. De la Real campeona en los ochenta se dijo que era el antifútbol,
que era catenaccio puro; del Athletic de Clemente que era la apología del
fútbol defensivo; del Valencia de Rafa Benítez que era una fealdad; del Sevilla
que mereció ganar la Liga con Kanouté y compañía, que eran una panda de
pendencieros; y ya saben, del Atlético, que no jugaba a nada. No deja de ser
sorprendente que los que hoy jalean al equipo de Ranieri, por tener menos
dinero que los grandes y por casi siempre ganar 1-0, sean los mismos que
siempre que aparece una alternativa de poder, le dan jarabe de palo y trato de
morralla.
http://www.eurosport.es/futbol/blog-uria-el-aplauso-del-cinismo_sto5429927/story.shtml
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