He de reconocer primeramente que nunca he sido un alumno aventajado en la práctica del deporte rey. Desde pequeño me han gustado más los cochecitos de juguetes, scalextrics o irme al campo con mi abuelo que los balones. Empecé a hacer deporte en una escuela de voley que había en mi colegio y entre voley y basket pasé mi infancia hasta que el fútbol entró en mi vida progresivamente a los 13-14 años. Esto hizo que la etapa básica de formación de un jugador la perdiera completamente y mi nivel fuera bastante pésimo. El salto a los banquillos llegó de una manera fortuita con 23 años y del tirón entré en un categoría demasiado grande para un novato: Juveniles.
Empezar a entrenar en una categoría tan difícil y siendo tan joven me hizo comportarme no de una manera muy adecuada en un banquillo. Quería ganar a toda costa e ignoraba que la formación de un jugador va más allá de poner muchos
Esta inexperiencia me hizo coger un hábito que considero ha sido bastante productivo para mi formación que no ha sido otro que observar a todo aquel entrenador que estuviera trabajando en un terreno de juego estando yo presente. Ya fuera ese trabajo en entrenamientos como en partidos.
Arrimarme a entrenadores más veteranos para ir aprendiendo de ellos sus cosas buenas y sus cosas malas para después depurar y quedarme solo con lo que yo veía era lo más bueno. Podría nombrar muchos de ellos como serían Antonio Cantalejo, José Manuel, Enrique, Sousa, Manuel García, Andrés Millán, etc, etc. Todo aquel fuera de mi club o no que estuviera en un campo ha sido siempre observado por mi para mi mejora.
Es por eso que ahora, que casi tengo una década encima como entrenador que sigo fijándome en todos los entrenadores cuando están en sus labores y me llevo una ingrata sorpresa de ver a algunos entrenadores que se sientan en los banquillos de los equipos más pequeños de los clubes las barbaridades que pueden llegar a hacer en presencia de estos pequeños que se inician en este maravilloso mundo del fútbol.
No quisiera yo hablar muy fuerte, porque si alguien me observó en mis comienzos... probablemente yo hiciera lo mismo o peor.
Por eso escribo este texto, para intentar concienciar a ese posible entrenador que esté empezando en este mundo y que tiene el enorme placer de dirigir a un grupo de pequeños jugadores con sus ilusiones y sus sueños intactos para que no cree pequeños monstruos que cuando sean grande se conviertan en auténticos energúmenos.
Por eso cuando estoy ojeando banquillos me doy cuenta de que todo entrenador debería, como me dijo Miguel Morilla, aunque fuera una sola vez en la vida, grabarse en vídeo y analizarse después. Creo que más de uno, empezando por mi, sentiría una profunda vergüenza de alguna cosas que hacen o dicen en los banquillos delante de los chavales y mejoraríamos nuestro comportamiento para evitar que nuestros "alumnos" se formasen de la manera inadecuada.
Cuantas veces no habremos comentado o escuchado eso típico de: "Es un jugador espectacular pero se le va la pinza". Y lo comentamos en tercera persona cuando tal vez la culpa de esa ida de pinza de muchos jugadores la tengamos los propios entrenadores que no le hemos sabido formar completamente al "alumno" como jugador y persona.
Un abrazo!
Selu Pérez
Selu Pérez

Yo, como bien sabes, gran amigo, acabo de comenzar en este "mundillo de los banquillos" y me queda muchísimo por aprender. Más bien, nunca se deja de aprender. Me siento identificado con tus palabras a lo que observar a todos los monitores/entrenadores se refiere, tanto del club al que pertenezco como a las personas ajenas a él, intento quedarme con lo bueno y lo malo de dicha persona y sacar mi valoración. Muy buena entrada, compañero, espero más. Un saludo!
ResponderEliminarNada que objetar míster. El grupo de "enanos" como tú los llamas que has conseguido demuestra que aplicas todo lo escrito. Ánimo en este proyecto ;)
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